jueves, 6 de noviembre de 2014

Del no al ALCA a la integración de Nuestra América

Del no al ALCA a la integración de Nuestra América*
Por Gabriel Merino, CEFIPES

El no al ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas) fue un punto de quiebre estratégico en la región, que marcó el fin de un proceso neocolonial iniciado en los golpes de estado neoliberales y la profundización de su programa en la década del 90’. A su vez expandió y dio nuevos bríos a un proceso de integración autónomo de la región, en su búsqueda de constituirse en un nuevo bloque de poder emergente en el concierto mundial crecientemente multipolar y en transición histórica.

El proyecto de dominio panamericano de los EE.UU. no es nuevo. Proviene del siglo XIX, está inscripto en la Doctrina Monroe y el Destino Manifiesto y cobra fuerza a la salida de la guerra civil (1861-1865) en la cual se impone el proyecto del norte industrial frente al sur agroexportador. Una vez que Estados Unidos se convierte en el nuevo taller del mundo, desarrollado sus monopolios financieros a partir de sus bancos y grandes industrias (JP Morgan-General Electric-U.S. Steel-Carnegie, Rockefeller-Chase Bank-Standard Oil, Citibank, etc.) y establecida una plutocracia de cincuenta familias, cobró mayor fuerza la necesidad de expandirse sobre el continente americano, asegurando su espacio vital imperial y territorios sociales para resolver la sobreacumulación de capital.

En este sentido, lanza la primer Conferencia Panamericana en 1889-1990, intenta avanzar con una suerte de ALCA e inicia un conjunto de acciones militares sobre el continente, siendo un punto de bisagra la Guerra con España a quien le arrebata el dominio de Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Guam. En 1903 anexa la zona del canal de Panamá que le es sacada a Colombia. La guerra con México en 1848, mediante la que se apropia de la mitad del territorio de dicho país para consolidar su dominio continental, fue el antecedente más claro de lo que se venía sobre América, presagiado por Bolívar en la frase: “Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia para plagar la América de miseria a nombre de la libertad.”

Con la caída del muro de Berlín, el triunfo de la estrategia neoliberal y la iniciativa de George Bush (padre) como presidente (1988-1992) se lanzó el plan ALCA, que pretendía convertirse en la mayor zona de libre comercio del mundo, por encima de la Unión Europea (UE) en número de consumidores y producto bruto interno (PBI), expandiendo el acuerdo con México y Canadá (NAFTA). Los objetivos eran subordinar América a la hegemonía del dólar, la Reserva Federal, el Complejo Industrial-Militar del Pentágono y las multinacionales y transnacionales norteamericanas, en una nueva situación estratégica internacional.

Sin embargo, si en la Cumbre de las Américas de 1998 en Santiago de Chile y en la III Cumbre de Quebec en 2001, el avance del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) aparece con una gran fortaleza y un destino próximo para el continente Americano, la IV Cumbre realizada en Mar del Plata marca un punto de inflexión en detrimento de la integración subordinada a los Estados Unidos, el Consenso de Washington y la estrategia neoliberal, y a favor de otro tipo de integración regional.

El rechazo al ALCA por parte de Brasil, Argentina y Venezuela (acompañado por el Paraguay y en menor medida por Uruguay), cuyos gobiernos se habían alejado de algunos de los parámetros neoliberales fundamentales, significó la cristalización de un cambio de correlación de fuerzas en la región de América Latina y el Caribe, que se corresponde con un cambio de situación a nivel mundial. A partir de allí se aceleró un proceso de integración regional que pretende aumentar los niveles de autonomía relativa de la región y su unidad como bloque de poder en el concierto mundial. Ello es promovido tanto por burguesías locales y fracciones neodesarrollistas nacionales que pretenden asegurar un espacio de acumulación en un capitalismo periférico, como por organizaciones políticas y sociales populares que dan lugar a heterogéneas alianzas político-sociales.

Los bloques de poder emergentes en el concierto mundial constituyen un factor fundamental en este nuevo proceso americano que hacen de contrapeso en las relaciones de fuerzas internacionales (China y Rusia).

A su vez, el fortalecimiento del bloque articulado por Alemania y Francia a partir del surgimiento del Euro (1999-2002) y la lucha al interior del los Estados Unidos y el territorio anglosajón entre dos fracciones de poder que aparece en el plano ideológico como neoconservadores y neoliberales (desatada con el golpe de las Torres Gemelas en 2001), resquebrajan el núcleo de poder mundial del capitalismo central, aislando a los conservadores del bloque americano (encabezados por Bush) jugados a favor del ALCA.

Entre 1999 y 2001, en el mismo momento en que asume Putin en Rusia, China pasa a jugar otro rol internacional (incorporándose a la OMC, tensionando la relación con Estados Unidos, a la vez que recuperando Hong Kong), se desarrolla la Organización para la Cooperación de Shanghái, surge el Euro y estalla la interna imperial anglosajona, comienza en Nuestra América a manifestarse el proceso de cambio.

En 1999 asume Chávez la presidencia en Venezuela. En 2001 estalla la crisis en Argentina y se agudiza la lucha entre Bloques de Poder en donde triunfa el llamado “Bloque Productivo”. En 2002 triunfa Lula expresando una alianza entre la fracción neodesarrollista nacional de la burguesía paulista con el movimiento obrero y un conjunto de movimientos sociales, más las alianzas tácticas con los bloques que se enfrentan al unipolarismo-unilateral norteamericano, donde también se incluye importantes sectores de la Iglesia Católica. En 2003 triunfa Néstor Kirchner en Argentina expresando una alianza similar.

El No al ALCA cristaliza dicho proceso en el plano regional, el quiebre de la hegemonía del Bloque angloamericano, a la vez que contiene el avance de  diciembre de 2004 cuando se funda la Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América (ALBA) por parte de Venezuela y Cuba. Esto indica un nuevo momento de ofensiva estratégica por parte de las fuerzas nacionales-Latinoamericanas.

Ello se expresa en la cumbre del Mercosur realizada en Córdoba, con la presencia de Fidel Castro, donde se firma la adhesión de Venezuela al bloque regional y un acuerdo de complementación con Cuba. A partir de allí el Mercosur pasa a tener una perspectiva geopolítica y de integración política, económica y cultural que va más allá del libre comercio y el regionalismo abierto de cuño anglosajón subordinado a la globalización financiera neoliberal. Comienza a desarrollarse un bloque de poder regional cuyo eje, en un principio, es el eje Brasilia-Buenos Aires-Caracas-La Habana. Por supuesto, eje atravesado por tensiones y contradicciones entre proyectos políticos-estratégicos divergentes –incluso al interior de los propios gobiernos atravesados por las contradicciones propias de los movimientos nacionales, en una situación histórica de transición- que confluyen frente a un enemigo principal.

El siguiente paso del proceso de ofensiva estratégica se corporiza en la constitución de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) el 23 de mayo de 2008, con sede en Quito (Secretaría General) y Cochabamba (Parlamento Suramericano), conformada por los doce países de Suramérica. Este organismo tiene como objetivos construir una identidad y ciudadanía suramericanas, al igual que desarrollar un espacio regional integrado que en su fundación cuenta con casi 400 millones de habitantes, un PBI aproximado de 4,6 billones de dólares y una superficie superior a los 17 millones de kilómetros cuadrados. En términos geoestratégicos, Suramérica constituye el territorio necesario de un Estado continental plurinacional Nuestro Americano.

El núcleo del Mercosur a partir de la alianza de Brasil y Argentina, y la integración estratégica de la Cuenca del Plata junto con el avance del ALBA, son los cimientos de dicho Estado Continental, condición mínima para construir un bloque de poder con escala y capacidad de autoderminación real. Como parte de este avance estratégico, crece a su vez el ALBA del Socialismo del Siglo XXI: en abril de 2006 con el triunfo de Evo Morales se suma Bolivia, Nicaragua en 2007, Honduras en 2008 y Ecuador en 2009.

Además, a partir de la UNASUR se creó el Consejo Suramericano de Defensa (CSD), un Centro de Estudios Estratégicos de la Defensa del CSD en principios orientado a la cuestión de Recursos Naturales y los primeros acuerdos de constitución del Banco del Sur. Frente a este proceso, en el año de la constitución de la UNASUR Estados Unidos reactivó la IV flota para patrullar los mares del Atlántico Sur y Pacífico Sur, una operación profundamente simbólica después de más de medio siglo de estar desactivada.

Para darle mayor relevancia y dinámica política a la UNASUR, el ex presidente argentino Néstor Kirchner fue nombrado en mayo de 2010 como primer Secretario General de la UNASUR. Rafael Correa lo definió como el primer presidente Suramericano.

Como resultado de estos procesos, el 23 de febrero de 2010 se crea la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), quedando definitivamente constituida en diciembre de 2011 en la cumbre de Caracas. Simbólicamente, sobresale en dicho espacio la ausencia de Estados Unidos y Canadá, el paralelismo con la Organización de Estados Americanos (OEA) que cuenta con presencia decisiva norteamericana para influir en la región y la integración de Cuba –por fuera de la OEA y excluida de la Cumbre de las Américas— que incluso tuvo la presidencia pro tempore y actuó de anfitrión de la segunda cumbre de la CELAC.

En contraposición a la ofensiva estratégica descripta, a partir del 2012 surge la Alianza Pacífico bajo los pilares del llamado “regionalismo abierto”, centrado en la libertad de comercio, la atracción a las inversiones extranjeras, los acuerdos de libre comercio con distintos países y bloques regionales a nivel mundial, la explotación de las ventajas comparativas estáticas y el desarrollo puesto en relación a la integración global. Dicho espacio surge el 6 de junio de 2012, conformado en un principio por Chile, Colombia, Perú y México (con Costa Rica y Panamá en proceso de incorporación).

La Alianza Pacífico forma parte como eslabón regional de un esquema de integración más amplio, denominado Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica, originalmente establecido por Chile, Brunei, Singapur y Nueva Zelanda en 2005. Se encuentran en negociaciones para integrar la Alianza Transpacífico: Estados Unidos, Australia, Japón, México, Vietnam, Canadá, Malasia y Perú. En este sentido es un esquema de integración distinto y superior al ALCA, propio del bloque global angloamericano y la fase de transnacionalización del capital, con su organización en una red flexible descentralizada, en la cual el poder no se ejerce necesariamente desde un centro formal hegemónico sino desde el conjunto de capitales-poderes transnacionales, sus cadenas de valor global y sus cadenas ideológicas globales.

En un reciente dossier sobre la Alianza Pacífico publicado por el Financial Times (2/4/2014), órgano neoliberal-global con sede en Londres, se realiza un tremendo auspicio a dicha Alianza en contra del Mercosur. Para el FT, este nuevo bloque “abre las puertas para los negocios en la región” (las traducciones son propias), se resalta positivamente que a diferencia del Mercosur esta es una Alianza económica y no política. Una de las analistas, Barbara Kotschwar, afirma que “si el Mercosur representa el socialismo del siglo XXI, la Alianza Pacífico representa el capitalismo del siglo XXI”.

La Alianza Pacífico en el marco del Acuerdo Transpacífico representa un quiebre de la UNASUR, una cuña imperial y un gran obstáculo a superar por el bloque regional para retomar la ofensiva estratégica Nuestro Americana.

A nueve años del “ALCA-RAJO” y en una situación de oportunidad histórica para los pueblos, el camino es consolidar lo avanzado y profundizar la construcción de un bloque regional, entendiendo que el futuro nos encontrará Unidos o Dominados, como Patria Grande o como semi-colonias de un nuevo orden mundial en ciernes.

Publicado originalmente como artículo del Centro de Estudios Formación Investigación en Política Economía y Sociedad (CEFIPES): https://www.academia.edu/9144957/Del_no_al_ALCA_a_la_integraci%C3%B3n_de_Nuestra_Am%C3%A9rica