Hay diversas conmemoraciones que buscan visibilizar
la desigualdad de género: el Día de la Mujer (8 de marzo), que lejos de
legitimar el status quo pretende conmemorar a aquellas mujeres
neoyorquinas que fueron asesinadas en marzo de principios del siglo XX por
reclamar mejoras laborales en la fábrica donde trabajaban; el 28 de
septiembre, Día internacional por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito;
y el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer,
que se conmemora el 25 de noviembre; entre otras fechas.
Si nos ponemos a enumerar resulta interminable el
listado. Al igual que resulta interminable la cifra de mujeres asesinadas por
ser mujeres; los femicidios continúan aumentando en cifras desorbitantes.
El año pasado un nuevo femicidio irrumpió en
la agenda: el de Chiara Páez, una joven de apenas 14 años que estaba embarazada
y fue brutalmente asesinada y enterrada en la casa de su novio, en la localidad
de Rufino, Santa Fe. Una vez más, la furia se desató en las redes sociales
y se potenció la convocatoria que buscó poner en agenda a la violencia de
género: 3 de junio #NiUnaMenos, otra fecha más que intenta poner a
la luz la emergencia que vive el género femenino.
Quisiéramos no haber perdido a Chiara, como
quisiéramos pelear por su caso hasta hacer justicia y no volver a repetir tan
crudo asesinato. No obstante, es imperioso vislumbrar que esta convocatoria fue
promovida con miles de casos más, que ocurrieron previo al de Chiara. El Ni Una
Menos es por Chiara, por todas aquellas mujeres que perdieron la vida antes y
después que ella, y también por cada mujer violentada día a día, que corre
peligro de muerte permanentemente.
Una investigación del Observatorio de Femicidios en
la Argentina, reveló que las cifras de femicididios vinculadas a mujeres y
niñas han sido las siguientes: en 2012 hubo 255; 275 en
2013; 277 en 2014 y 286 en 2015. Es decir, en
tanto esa cifra se mantenga, en Argentina muere una mujer cada 31 horas por
Violencia de Género.
En 9 de cada 10 casos de violencia de género, el
agresor fue pareja o ex pareja de la víctima. Un dato desprendido del año 2014,
reveló que de las 277 asesinadas, 39 habían hecho denuncias previas y cuatro
poseían órdenes de exclusión del agresor. Además, muchas de estas mujeres
convivieron con el atacante y la mayoría tuvo que denunciarlo más de una vez.
En los últimos 8 años, la violencia de
género se cobró la vida de más de 2094 mujeres. Entendemos que es
menester considerar a la violencia sexista como una problemática política,
cultural, social y fundamentalmente, de Derechos Humanos. La grave situación
que viven nuestras mujeres, niñas y niños debe encender una alerta en el
conjunto de la sociedad y debemos comprender este tema como un problema
civilizatorio. Porque la sociedad misma pareciera estar sumergida en un cúmulo
de individualidades en donde prevalece el más fuerte y en donde tanto lo
material como lo humano resultan fácil y rápidamente desechables.
No podemos desconocer el rol del Estado en lo que
refiere a la integridad físical y psíquica de las personas y en la
responsabilidad de concientizar a la población. No podemos desconocer, tampoco,
que en la mayoría de los casos las condiciones socioeconómicas de las víctimas,
que no cuentan con la posibilidad de alejarse de su agresor o que caen en las
redes clandestinas que lucran con las necesidades, son condicionantes de los
finales más trágicos.
La mujer
como objeto, es parte del mismo proceso que la mayoría de los hombres
objetivados y reducidos como mera mercancía fuerza de trabajo, a partir de lo
cual se encuentran alienados. La diferencia es que la objetivación de la mujer
agrega la condición de subordinación en el espacio social.
La igualdad de género es una deuda de una sociedad
que pregona la igualdad pero en los hechos se guía por la indiferencia. Por eso,
la lucha contra la violencia no puede estar escindida, de ninguna manera, de la
lucha por la justicia en la búsqueda del buen vivir. Son el individualismo
feroz y el capitalismo salvaje que producen que el conjunto de los seres
humanos sean lobos de los seres humanos y multiplica todas las formas de
violencia, entre ellas la de género.
No podemos esperar más.
Por todo lo expuesto exigimos:
.-
Asignación de Presupuesto acorde para poder implementar en su totalidad la LEY
N º 26.485
.-
Estadísticas oficiales sobre Femicidios
.-
Tratamiento del proyecto de Ley sobre “pérdida automática de la responsabilidad
Parental del femicida condenado“.
.-
Apertura de Oficinas de Violencia Domestica, con trabajo interdisciplinario, en
todas las provincias y localidades, tendientes a agilizar las medidas
cautelares de protección.
.-
Protección integral desde una perspectiva de género para la mujer víctima de
violencia.
.-
Puesta en marcha del proyecto aprobado por el Congreso de la Nación a fin
de garantizar el acceso a la justicia con patrocinios jurídicos gratuitos en
los fueros civil y penal.
.-
Hogares/Refugio en la emergencia, Hogares de Día para víctimas, con asistencia
interdisciplinaria.
.-
Un subsidio económico equivalente a una jubilación mínima por tres años a las
mujeres en situación de violencia.
.-
Licencia por violencia de género en todos los ámbitos laborales, no menor a 20
días anuales, y su inclusión en los convenios colectivos de trabajo.
.-
Perspectiva y formación de género en los operadores de la justicia para no
revictimizar a las víctimas. Ejemplo: Muchas mujeres, cuando son víctimas y se
defienden terminana siendo imputadas en las causas y no pueden declarar bajo
juramento porque se caratula “lesiones recíprocas”.
.-
Registro unificado de restricción cautelar.