miércoles, 18 de noviembre de 2015

Un musulmán y un cristiano frente a los hechos de París

*Por Facundo Barrionuevo y Kamel Gomez El Cheij

            En este contexto internacional, de profundas conflictividades económicas, políticas y sociales, que no deja de lado la dimensión espiritual y religiosa de la vida humana, y en especial haciendo foco en los fenómenos del fundamentalismo y las acciones bélicas que se desarrollan como disputas geopolíticas entre las potencias mundiales, nos hemos dado a la tarea de construir espacios de reflexión política e interreligiosa, desde la singularidad de una amistad entre un cristiano católico y un hermano musulmán shií.

            Antes de toda interpretación política vemos la necesidad de plantear que en este momento histórico que atraviesa nuestra sociedad “global”, existe una emergencia humana, y por eso es necesario condenar toda forma de sufrimiento de cualquier pueblo; solidarizarse con las familias de aquellos que han muerto en los atentados parisinos, y también con aquellos que mueren día a día, olvidados en distintas regiones del planeta, particularmente en Medio Oriente y África. 

Ibn Jaldún nos enseñó que, a veces, la historia y el presente se parecen como dos gotas de agua. Ya conocemos los sucesos de Afganistán, Al Qaeda y Osama bin Laden. De las Torres Gemelas a Paris, hay más explicaciones geopolíticas y económicas que religiosas. 

Nos duele Paris. Tanto como Palestina, Iraq, o Siria. El terrorismo siembra miedo, y de ese desdichado temor suelen justificarse políticas que terminan provocando… más terrorismo. No resolveremos el problema del terrorismo financiando terroristas, entregándoles armas de última generación, apoyo logístico e inteligencia. La mejor manera de resolver la crisis que provoca el mal llamado “estado islámico” –que no es ni una cosa ni la otra- es dejar de enviarles armas e impedir que los mercenarios patrocinados por la OTAN ingresen al territorio sirio e iraquí.

Tampoco resolvemos el terrorismo persiguiendo a los “descartados”, cercándolos, creando muros que impidan a la “población sobrante” acceder a la educación, a la salud, a un trabajo digno. Los jóvenes europeos que deciden viajar a Siria lo hacen en su mayoría porque fueron abandonados por sus sociedades. El “estado de bienestar” es ya una hoja difícil de encontrar en los libros de historia. Sin proyectos de vida, cansados de drogarse, los marginados de Europa consiguen “trabajo” asesinando en Medio Oriente, para luego regresar y seguir haciendo lo único que saben. 

Francia cerró sus fronteras. Así entendemos que el atentado levanta un muro a los refugiados. Ellos son los que se escapan del otro terrorismo, el económico, que también mata, de hambre. Son los oprimidos de otro fundamentalismo, el de mercado.

La religión del “dios dinero”, opio de los ricos, que destroza a los hombres; sea con consumismo enfermizo para los que entran en el sistema, sea con miseria y guerras. La Naturaleza, que tiene espacio para todos, también sufre los logros de esta civilización “que se pasó de rosca”.    

            Percibimos con temor toda reacción islamofóbica como consecuencia de estos hechos. La interpretación fácil y primera que dejaron ver algunas cadenas informativas fue que “quienes habían perpetrado los atentados fueron refugiados recientemente llegados a Francia”. Desde los sucesos del Charlie Hebdó hubo múltiples registros de incidentes xenófobos contra comunidades musulmanas, donde la policía, muchas veces, deja hacer. No dudamos que vuelvan a sucederse hechos similares con los refugiados sirios, o musulmanes en general, a raíz de los atentados de París. Todo esto acompañado por decisiones políticas de signo chauvinista. Ya conocemos la historia de Europa. No queremos que se repita.

            Sin embargo, no hay que situarse en Europa para observar expresiones de desprecio étnico o religioso. Basta navegar un poco por las redes sociales para observar cómo estas posturas segregacionistas prenden en un sector de nuestra gente. Se activan los integristas católicos (que también son fundamentalistas) argumentando contra el “aperturismo” europeo y poniendo el foco en un supuesto “relativismo religioso” propio de una Europa que ya hace tiempo no es más exclusivamente cristiana.
           
            A ello hay que interpelar con las enseñanzas de la Iglesia, en el Concilio Vaticano II y en particular con aquello que señala el papa Francisco:

 “Todos los pueblos forman una comunidad, tienen un mismo origen, puesto que Dios hizo habitar a todo el género humano sobre la faz de la tierra y tienen también un fin último, que es Dios, (…) cuyo designio de salvación se extiende a todos.” (Declaración Conciliar Nostra Aetate, 1)

 Recordando las desavenencias del pasado, el Concilio exhorta:

Procuren sinceramente una mutua comprensión, defiendan y promuevan unidos la justicia social, los bienes morales, la paz y la libertad para todos los hombres(NA, 3).

No hay lugar al desprecio de parte de los cristianos por ningún pueblo y menos por del Islam, con quienes compartimos la filiación con nuestro padre Abraham, la adoración a un Dios único y un compromiso ético por los más pobres.

“El que no ama, no ha conocido a Dios” (1 Jn. 4, 8).

 Ruega el papa Francisco en su Carta Evangelium Gaudium por la libertad religiosa para todas las creencias, y en especial resalta que

Frente a los episodios de fundamentalismo violento el afecto hacia los verdaderos creyentes del Islam debe llevarnos a evitar odiosas generalizaciones porque el verdadero Islam y una adecuada interpretación del Corán se oponen a toda violencia(EG, 253).

Las palabras de Francisco –del que se habla mucho, pero poco se lee- nos introducen al “verdadero Islam”. Importante tarea es la que les toca a los musulmanes. En el diálogo ya hay parte de la solución.

Hacia afuera de su comunidad, en la convivencia con los hermanos no musulmanes, se debe señalar la injusticia de que determinadas palabras sean casi propiedad del Islam. Fundamentalismo, integrismo, terrorismo, parecen sólo encontrarse en el diccionario islámico. Basta ver lo que padece el pueblo palestino para tener otra perspectiva. Quizás sea necesario mencionar que las principales víctimas del terrorismo son…los musulmanes. El ISIS ahora, y antes Al Qaeda, han realizado sus principales atentados terroristas en tierras de mayoría musulmana.

Por otro lado, hacia adentro de la comunidad de creyentes musulmanes, es tarea impostergable denunciar con firmeza y claridad la doctrina fundamentalista que sirve de soporte ideológico para justificar tales prácticas. Grupos reducidos de fanáticos no representan a la inmensa mayoría de los musulmanes. Hace tiempo que intentamos distinguir que la doctrina takfirí Wahabí, la cual se considera la única poseedora de la verdad y la salvación –dicho sea de paso, pretensión nada nueva en la historia del hombre-, es ajena a las enseñanzas del Islam.

Han amputado el mensaje del Islam, intentan usurpar la interpretación integral del Corán, quieren matar la belleza de la mística islámica, descuartizar su historia, corromper su espíritu celestial, degollar su sabiduría. Quieren cambiar el conocimiento transmitido por los profetas, por su ignorancia materialista.

Ya el profeta Muhammad (conocido como Mahoma) señalaba a aquellos que leen el Corán, y el mismo Corán los maldice. Desde la perspectiva islámica, el Libro Revelado de los musulmanes es la teofanía por excelencia. En su lectura, comprensión, estudio, contemplación, es donde encontramos la metafísica, la teología, la ley, la ética y la historia sagrada. ¡Qué lejos están los fundamentalistas de todas estas enseñanzas!    



            Ya terminando esta breve reflexión,  nos recuerda el papa Francisco que,

“un diálogo en el que se busquen la paz social y la justicia es en sí mismo, más allá de lo meramente pragmático, un compromiso ético que crea nuevas condiciones sociales” (EG 250)

Y nos enseña el Corán:

“¡Gentes! Los hemos creado a partir de un hombre y una mujer y los hemos hecho pueblos y tribus distintos para que se reconozcan unos a otros.
Y en verdad que el más noble de ustedes ante Dios es el más piadoso.
Dios todo lo conoce, está bien informado” (49; 13)


jueves, 5 de noviembre de 2015

Los desafíos estratégicos de la región a 10 años del NO al ALCA




El no al ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas) fue un punto de quiebre estratégico en la región, que marcó el fin de un proceso neocolonial iniciado en los golpes de estado neoliberales y la profundización de su programa en la década del 90'. A su vez expandió y dio nuevos bríos a un proceso de integración autónomo de la región, en su búsqueda de constituirse en un nuevo bloque de poder emergente en el concierto mundial crecientemente multipolar y en transición histórica. 

El proyecto de dominio panamericano de los EE.UU. no es nuevo. Proviene del siglo XIX, está inscripto en la Doctrina Monroe y el Destino Manifiesto y cobra fuerza a la salida de la guerra civil (1861-1865) en la cual se impone el proyecto del norte industrial frente al sur agroexportador. Una vez que Estados Unidos se convierte en el nuevo taller del mundo, desarrollado sus monopolios financieros a partir de sus bancos y grandes industrias (JP Morgan-General Electric-U.S. Steel-Carnegie, Rockefeller-Chase Bank-Standard Oil, Citibank, etc.) y establecida una plutocracia de cincuenta familias, cobró mayor fuerza la necesidad de expandirse sobre el continente americano, asegurando su espacio vital imperial y territorios sociales para resolver la sobreacumulación de capital.

En este sentido, lanza la primer Conferencia Panamericana en 1889-1990, intenta avanzar con una suerte de ALCA e inicia un conjunto de acciones militares sobre el continente, siendo un punto de bisagra la Guerra con España a quien le arrebata el dominio de Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Guam. En 1903 anexa la zona del canal de Panamá que le es sacada a Colombia. La guerra con México en 1848, mediante la que se apropia de la mitad del territorio de dicho país para consolidar su dominio continental, fue el antecedente más claro de lo que se venía sobre América, presagiado por Bolívar en la frase: "Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia para plagar la América de miseria a nombre de la libertad."

Con la caída del muro de Berlín, el triunfo de la estrategia neoliberal y la iniciativa de George Bush (padre) como presidente (1988-1992) se lanzó el plan ALCA, que pretendía convertirse en la mayor zona de libre comercio del mundo, por encima de la Unión Europea (UE) en número de consumidores y producto bruto interno (PBI), expandiendo el acuerdo con México y Canadá (NAFTA). Los objetivos eran subordinar América a la hegemonía del dólar, la Reserva Federal, el Complejo Industrial-Militar del Pentágono y las multinacionales y transnacionales norteamericanas, en una nueva situación estratégica internacional.

Sin embargo, si en la Cumbre de las Américas de 1998 en Santiago de Chile y en la III Cumbre de Quebec en 2001, el avance del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) aparece con una gran fortaleza y un destino próximo para el continente Americano, la IV Cumbre realizada en Mar del Plata marca un punto de inflexión en detrimento de la integración subordinada a los Estados Unidos, el Consenso de Washington y la estrategia neoliberal, y a favor de otro tipo de integración regional.

El rechazo al ALCA por parte de Brasil, Argentina y Venezuela (acompañado por el Paraguay y en menor medida por Uruguay), cuyos gobiernos se habían alejado de algunos de los parámetros neoliberales fundamentales, significó la cristalización de un cambio de correlación de fuerzas en la región de América Latina y el Caribe, que se corresponde con un cambio de situación a nivel mundial. A partir de allí se aceleró un proceso de integración regional que pretende aumentar los niveles de autonomía relativa de la región y su unidad como bloque de poder en el concierto mundial. Ello es promovido tanto por burguesías locales y fracciones neodesarrollistas nacionales que pretenden asegurar un espacio de acumulación en un capitalismo periférico, como por organizaciones políticas y sociales populares que dan lugar a heterogéneas alianzas político-sociales.

Los bloques de poder emergentes en el concierto mundial constituyen un factor fundamental en este nuevo proceso americano que hacen de contrapeso en las relaciones de fuerzas internacionales (China y Rusia).

A su vez, el fortalecimiento del bloque articulado por Alemania y Francia a partir del surgimiento del Euro (1999-2002) y la lucha al interior de los Estados Unidos y el territorio anglosajón entre dos fracciones de poder que aparece en el plano ideológico como neoconservadores y neoliberales (desatada con el golpe de las Torres Gemelas en 2001), resquebrajan el núcleo de poder mundial del capitalismo central, aislando a los conservadores del bloque americano (encabezados por Bush) jugados a favor del ALCA.

Entre 1999 y 2001, en el mismo momento en que asume Putin en Rusia, China pasa a jugar otro rol internacional (incorporándose a la OMC, tensionando la relación con Estados Unidos, a la vez que recuperando Hong Kong), se desarrolla la Organización para la Cooperación de Shanghái, surge el Euro y estalla la interna imperial anglosajona, comienza en Nuestra América a manifestarse el proceso de cambio.

En 1999 asume Chávez la presidencia en Venezuela. En 2001 estalla la crisis en Argentina y se agudiza la lucha entre Bloques de Poder en donde triunfa el llamado "Bloque Productivo". En 2002 triunfa Lula expresando una alianza entre la fracción neodesarrollista nacional de la burguesía paulista con el movimiento obrero y un conjunto de movimientos sociales, más las alianzas tácticas con los bloques que se enfrentan al unipolarismo-unilateral norteamericano, donde también se incluye importantes sectores de la Iglesia Católica. En 2003 triunfa Néstor Kirchner en Argentina expresando una alianza similar.

El No al ALCA cristaliza dicho proceso en el plano regional, el quiebre de la hegemonía del Bloque angloamericano, a la vez que contiene el avance de diciembre de 2004 cuando se funda la Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América (ALBA) por parte de Venezuela y Cuba. Esto indica un nuevo momento de ofensiva estratégica por parte de las fuerzas nacionales-Latinoamericanas.

Ello se expresa en la cumbre del Mercosur realizada en Córdoba, con la presencia de Fidel Castro, donde se firma la adhesión de Venezuela al bloque regional y un acuerdo de complementación con Cuba. A partir de allí el Mercosur pasa a tener una perspectiva geopolítica y de integración política, económica y cultural que va más allá del libre comercio y el regionalismo abierto de cuño anglosajón subordinado a la globalización financiera neoliberal. Comienza a desarrollarse un bloque de poder regional cuyo eje, en un principio, es el eje Brasilia-Buenos Aires-Caracas-La Habana. Por supuesto, eje atravesado por tensiones y contradicciones entre proyectos políticos-estratégicos divergentes –incluso al interior de los propios gobiernos atravesados por las contradicciones propias de los movimientos nacionales, en una situación histórica de transición- que confluyen frente a un enemigo principal.

El siguiente paso del proceso de ofensiva estratégica se corporiza en la constitución de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) el 23 de mayo de 2008, con sede en Quito (Secretaría General) y Cochabamba (Parlamento Suramericano), conformada por los doce países de Suramérica. Este organismo tiene como objetivos construir una identidad y ciudadanía suramericanas, al igual que desarrollar un espacio regional integrado que en su fundación cuenta con casi 400 millones de habitantes, un PBI aproximado de 4,6 billones de dólares y una superficie superior a los 17 millones de kilómetros cuadrados. En términos geoestratégicos, Suramérica constituye el territorio necesario de un Estado continental plurinacional Nuestro Americano.

El núcleo del Mercosur a partir de la alianza de Brasil y Argentina, y la integración estratégica de la Cuenca del Plata junto con el avance del ALBA, son los cimientos de dicho Estado Continental, condición mínima para construir un bloque de poder con escala y capacidad de autodeterminación real. Como parte de este avance estratégico, crece a su vez el ALBA del Socialismo del Siglo XXI: en abril de 2006 con el triunfo de Evo Morales se suma Bolivia, Nicaragua en 2007, Honduras en 2008 y Ecuador en 2009.

Además, a partir de la UNASUR se creó el Consejo Suramericano de Defensa (CSD), un Centro de Estudios Estratégicos de la Defensa del CSD en principios orientado a la cuestión de Recursos Naturales y los primeros acuerdos de constitución del Banco del Sur. Frente a este proceso, en el año de la constitución de la UNASUR Estados Unidos reactivó la IV flota para patrullar los mares del Atlántico Sur y Pacífico Sur, una operación profundamente simbólica después de más de medio siglo de estar desactivada.

Para darle mayor relevancia y dinámica política a la UNASUR, el ex presidente argentino Néstor Kirchner fue nombrado en mayo de 2010 como primer Secretario General de la UNASUR. Rafael Correa lo definió como el primer presidente Suramericano.

Como resultado de estos procesos, el 23 de febrero de 2010 se crea la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), quedando definitivamente constituida en diciembre de 2011 en la cumbre de Caracas. Simbólicamente, sobresale en dicho espacio la ausencia de Estados Unidos y Canadá, el paralelismo con la Organización de Estados Americanos (OEA) que cuenta con presencia decisiva norteamericana para influir en la región y la integración de Cuba –por fuera de la OEA y excluida de la Cumbre de las Américas— que incluso tuvo la presidencia pro tempore y actuó de anfitrión de la segunda cumbre de la CELAC. 

En contraposición a la ofensiva estratégica descripta, a partir del 2012 surge la Alianza Pacífico bajo los pilares del llamado "regionalismo abierto", centrado en la libertad de comercio, la atracción a las inversiones extranjeras, los acuerdos de libre comercio con distintos países y bloques regionales a nivel mundial, la explotación de las ventajas comparativas estáticas y el desarrollo puesto en relación a la integración global. Dicho espacio surge el 6 de junio de 2012, conformado en un principio por Chile, Colombia, Perú y México (con Costa Rica y Panamá en proceso de incorporación).

La Alianza Pacífico forma parte como eslabón regional de un esquema de integración más amplio, denominado Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica, originalmente establecido por Chile, Brunei, Singapur y Nueva Zelanda en 2005. Se encuentran en negociaciones para integrar la Alianza Transpacífico: Estados Unidos, Australia, Japón, México, Vietnam, Canadá, Malasia y Perú. En este sentido es un esquema de integración distinto y superior al ALCA, propio del bloque global angloamericano y la fase de transnacionalización del capital, con su organización en una red flexible descentralizada, en la cual el poder no se ejerce necesariamente desde un centro formal hegemónico sino desde el conjunto de capitales-poderes transnacionales, sus cadenas de valor global y sus cadenas ideológicas globales. 

En un reciente dossier sobre la Alianza Pacífico publicado por el Financial Times (2/4/2014), órgano neoliberal-global con sede en Londres, se realiza un tremendo auspicio a dicha Alianza en contra del Mercosur. Para el FT, este nuevo bloque "abre las puertas para los negocios en la región" (las traducciones son propias), se resalta positivamente que a diferencia del Mercosur esta es una Alianza económica y no política. Una de las analistas, Barbara Kotschwar, afirma que "si el Mercosur representa el socialismo del siglo XXI, la Alianza Pacífico representa el capitalismo del siglo XXI".

La Alianza Pacífico en el marco del Acuerdo Transpacífico representa un quiebre de la UNASUR, una cuña imperial y un gran obstáculo a superar por el bloque regional para retomar la ofensiva estratégica Nuestro Americana.

A diez años del "ALCA-RAJO" y en una situación de oportunidad histórica para los pueblos, el camino es consolidar lo avanzado y profundizar la construcción de un bloque regional, entendiendo que el futuro nos encontrará Unidos o Dominados, como Patria Grande o como semi-colonias de un nuevo orden mundial en ciernes. 


lunes, 2 de noviembre de 2015

PRODUCCIÓN vs. ESPECULACIÓN


La puja que se da en nuestro país no es ajena a la que acontece a nivel mundial y en toda América Latina.
La lucha es entre las fuerzas de la Producción y el Trabajo, donde el Estado es una herramienta fundamental para el Desarrollo, contra las fuerzas de las finanzas globales, el mercado y la especulación.
La lucha principal es entre el ‪#‎neodesarrollismo‬ nacional con inclusión social y base popular, que ahora expresa Daniel Scioli como candidato, en alianza con las fuerzas populares; contra el ‪#‎neoliberalismo‬ y el‪#‎neoconservadurismo‬ de Macri, representante de los intereses del proyecto excluyente que pretende deshacer todo lo conquistado.
Esto es lo que expresa la disputa ‪#‎Scioli‬ versus ‪#‎Macri‬. No se trata de una disputa de nombres o de estilos, se trata de una lucha entre proyectos, entre dos visiones, entre dos bloques distintos de fuerzas políticas y sociales.
No se trata de kirchnerismo versus antikirchnerismo, de lo nuevo contra lo viejo, de oficialismo contra oposición. La discusión es sobre proyectos de país:
Se trata de si fortalecemos lo público como herramienta central de justicia social y de desarrollo, o fortalecemos lo privado para que se beneficien y gobiernen unos pocos.
Se trata de si nos industrializamos y producimos valor agregado generando más trabajo, o si somos un país ‪#‎dependiente‬ agroexportador plagado de pobreza y exclusión.
Se trata de cómo resolvemos el cuello de botella económico en que nos encontramos, en un contexto internacional difícil. Hay dos caminos, más allá de los matices: inversión extranjera sin negociación y subordinados a sus imposiciones-condiciones, ajuste ortodoxo, endeudamiento externo y especialización primario-portadora de bajo valor agregado que agudizan los problemas estructurales de la economía y van a traer desempleo, pobreza y desigualdad; o desarrollo autónomo, con ‪#‎industrias‬estratégicas del Estado asociadas a pymes y cooperativas, redes regionales de valor y desarrollo científico-tecnológico autónomo.
Se trata de si tenemos ciencia y tecnología propia para desarrollarnos, y un sistema educativo público que dé oportunidades a todos; o si mandamos nuestros científicos a lavar los platos, a que se vayan a producir tecnología y riqueza al extranjero y se avance hacia un sistema educativo privado, con oportunidades para pocos.
LA HISTÓRICA LUCHA ‪#‎NUESTROAMERICANA‬
La lucha en Nuestra América es entre la integración regional autónoma del MERCOSUR, la UNASUR y la CELAC para seguir avanzando hacia un bloque de poder regional, para construir soberanía y Justicia Social; o, por otro lado, la integración dependiente (Alianza Pacífico) para mantener a nuestros países bajo el poder de las corporaciones financieras globales y el poder transnacional, despojando a nuestros pueblos de sus riquezas y ampliando la pobreza y la desigualdad.
Hoy, para superar la crisis mundial que vivimos, el poder financiero transnacional, los grandes bancos y corporaciones, los grandes poderes mundiales y locales del capitalismo salvaje deben quedarse con la riqueza de los pueblos, deben despojarnos de nuestros recursos y controlar nuestros países, deben construir un mundo a su imagen y semejanza como lo hicieron en Argentina entre 1976 y 2002.
Eso es lo que está en juego en estas elecciones: si resistimos a esos embates, aún con contradicciones, o nos llevan puestos. Nunca es viable para los pueblos la consigna “cuanto peor, mejor”. Así piensan la política quienes no tienen que pensar con la panza.
LA UNIDAD DEL ‪#‎CAMPOPOPULAR‬
Para ganar debemos hacer a un lado todas las internas, todas las contradicciones secundarias y enfocarnos en nuestro objetivo. Tener en claro el contra quién y no perder la brújula por intereses mezquinos, por pensar en lo propio o en nuestros pruritos antes que en el pueblo. Hoy, más que nunca, la unidad es garantía de triunfo y de capacidad de disputa, mientras que la división nos lleva y nos llevó a la derrota.
Para ganar debemos reforzar la militancia en la calle, el contacto directo, el diálogo y el debate de proyectos de país.
Para ganar debemos desarrollar un amplio frente por la producción y el trabajo, la justicia social y la soberanía. Un gran frente de quienes ven en la vereda de enfrente al proyecto financiero neoliberal.
Sufrimos un retroceso táctico pero no estratégico. Estamos en un momento de reflujo pero no de fin de ciclo. Porque no se trata del ciclo de un gobierno sino que los ciclos son de proyectos estratégicos y de visiones. Los grandes ciclos son civilizatorios y hoy estamos ante la imperiosa necesidad de construir civilización ante la decadencia y el desastre al que nos lleva el capitalismo financiero global.
Sigue viva la oportunidad histórica de los pueblos para escribir su propia historia, para conquistar una sociedad más justa. Así lo indica:
1- El mundo ‪#‎multipolar‬ en qué vivimos que nos permite maniobrar y construir alianzas frente a las fuerzas unipolares del capitalismo salvaje
2- El crecimiento de la conciencia social y la organización de estos últimos años, a pesar del problema de la división
3- La actual posición dominante de la iglesia en América Latina, que no está parada en la vereda de enfrente a los intereses populares, donde se destacan la agenda profundizadora que implican las tres T (‪#‎Tierra‬,‪#‎Techo‬ y ‪#‎Trabajo‬) y la lucha contra el consumismo y el “Dios dinero”.
En este escenario, para las fuerzas nacionales, populares y latinoamericanistas lo central es tener en claro un conjunto de ejes programáticos para la ‪#‎profundización‬ y construir fuerza político-social para la influencia institucional.
La clave es que los pueblos pasen de la fragmentación a la Integración y de la integración al ‪#‎PROTAGONISMO‬. Sólo así se podrán resolver a favor de los intereses populares éstas elecciones, el devenir del próximo gobierno en disputa y las inevitables decisiones estratégicas a tomar en este mundo complejo.