martes, 25 de marzo de 2014

Memoria, Verdad, Justicia y Democracia Social para reconstruir el proyecto de los 30 mil compañeros desaparecidos



Memoria, Verdad, Justicia y Democracia Social para reconstruir el proyecto de los 30 mil compañeros desaparecidos

La dictadura genocida desatada en el 76 no sólo dejó desaparición forzada de 30 mil compañeros, sino que además sembró una miseria planificada en nombre del proyecto estratégico neoliberal de las redes financieras globales. Esta alianza que se impuso buscó destruir la alianza social que venía dándose en toda Latinoamerica: la del Estado, Producción y Trabajo; del Movimiento Obrero Organizado con las pequeñas y medianas empresas de producción nacional y con el Estado y su empresa estratégica; con las clases medias organizadas como juventud  como parte de esta alianza. 

Con este Golpe Militar, Financiero y Genocida, se destruyó al ahorro nacional que financiaba al ahorro y al trabajo, mediante una ley de Entidades Financieras; se impuso una ley de Radiodifusión exclusiva para los fines de lucro y para quienes tenían capital, anulando sí la democratización de la comunicación; se estableció una ley que garantizó la estructura económica argentina al capital extranjero; se destruyó al aparato productivo; se dio de baja a la ley de contratos de trabajo, potenciando a la tercerización laboral para lograr la sobreexplotación. No por nada la mayoría de los compañeros desaparecidos eran obreros, y la otra gran mayoría eran futuros trabajadores de clases medias que querían la transformación.

La  última dictadura genocida no puede entenderse sin la miseria planificada que sembró, romper con ella y avanzar hacia los puntos estratégicos es avanzar hacia el proyecto que nuestros 30 mil compañeros desaparecidos soñaron. Bien lo explicó Rodolfo Walsh antes de su desaparición forzada: "En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada".

Estos procesos fueron profundizados y consolidados en la década del 90, destruyendo el trabajo estable y digno de millones de argentinos. El saldo fue el 60% de pobreza en 2001 y el 25% de desempleo en 2003. Lo que vino después de 2003 no puede entenderse sin la lucha previa de movimientos sociales, organizados en la exclusión para dar batalla contra el hambre, contra el desempleo, a favor de los Derechos Humanos, la Educación Pública y reclamando un Estado presente que no les dé la espalda a sus ciudadanos.

Una nueva etapa política se inició en 2003, cuando pasamos de la resistencia contra el proyecto financiero neoliberal a condiciones de avance popular, a volver a conquistar derechos, a redistribuir la riqueza y a recuperar un proyecto nacional y democrático con inclusión social. Ello se puso de manifiesto con la ruptura con el FMI, el no al ALCA, la recuperación de una política industrial, la reestatización de YPF, la recuperación del empleo, la reducción de las  brechas entre rics y pobres a través de la Asignación Universal por Hijo o los planes Conectar Igualdad, el juicio y castigo a los genocidas de la última dictadura, el restablecimiento de las discusiones paritarias. 

Aspectos de los grandes avances en la última década y con el rol protagónico del campo popular. Sin embargo, si estos quedan restringidos a un esquema neodesarrollista con inclusión social, se corre el riesgo de retroceder y desaprovechar la oportunidad histórica que tenemos. El reciente ajuste devaluatorio e inflacionario que golpea sobre el pueblo es producto de no profundizar las políticas nacionales, populares y de integración Latinoamericana. 

Ante los cuellos de botella que se pusieron de manifiesto:

- necesitamos cambiar la matriz productiva desde la recuperación de las empresas estratégicas nacionales y la consolidación de una estructura industrial sudamericana integrada; 

- necesitamos una moneda del Sur, un Banco del Sur y un Fondo del sur que nos de escala y fortaleza ante los "gigantes de siete leguas" financieros que andan engullendo mundos a través de sus golpes de mercado; 

- necesitamos una nueva ley de Entidades Financieras para recuperar el ahorro nacional y que nuestro sistema financiero esté al servicio del desarrollo autónomo,  

- necesitamos una Reforma Educativa Integral y una nueva ley de Educación Superior que ponga a la educación y al complejo científico tecnológico en el centro de un proyecto de país con justicia social;

- necesitamos la nacionalización del Comercio Exterior y eliminar todos los resabios neoliberales que aun obstaculizan la construcción de una nación justa, libre y soberana. 

Los 30 años de democracia ininterrumpida, deben ser sostenidos, luchados y profundizados día a día por los pueblos. Sin el protagonismo del sujeto de la transformación, que son los trabajadores -desde desempleados y subempleados, hasta trabajadores, técnicos, profesionales y jóvenes estudiantes que serán futuros trabajadores-, la lucha se debilita. 

A 38 años del golpe genocida lo recordamos, lo repudiamos, exigimos más memoria, más verdad, más justicia y más democracia social, para reconstruir el proyecto de los 30 mil compañeros desaparecidos. Con la firma convicción de seguir yendo contra las corporaciones y los resabios del proyecto financiero neoliberal.

30 mil compañeros desaparecidos presentes!!

CONAPLA
Corriente Nacional Popular y Latinoamericana 


miércoles, 5 de marzo de 2014

Chávez: su legado y la responsabilidad histórica de los pueblos




Por Gabriel Merino

Publicado en la Revista Política N°14 Marzo-2014

Chávez es la primer línea de quiebre. Es el nombre emergente de una ruptura. Es  el nombre de la expresión nítida del proceso de transformación popular iniciado en América Latina en el siglo XXI, cuando los pueblos pasan a la ofensiva para forjar con sus manos un Cambio de Época, protagonizando el primer gobierno (1999) que rompe la hegemonía neoliberal en la región.

Este proceso emerge con la crisis histórica del capitalismo global que comienza en el mundo emergente en el sudeste asiático (1997), consolidando lo que Harvey denomina un proceso de “acumulación por desposesión”  a favor del capital financiero global (fundamentalmente de origen angloamericano o anglosajón). Este proceso, que viene a consolidar la globalización financiera, la transnacionalización del capital y su expansión en los llamados “mercados emergentes”, va de la mano de un incipiente  proceso de agudización de las contradicciones globales entre bloques de poder que abren la ventana histórica estratégica para los pueblos. Chávez, como estadista, siguiendo la tradición de Bolívar, San Martín, Perón y tantos otros, constituyó la personificación de la voluntad popular venezolana-latinoamericana para cabalgar esta nueva oportunidad histórica.

Con la crisis global de fines de los 90’, el avance del capital transnacional, extranjerización de las economías de la región y en un escenario de puja entre capitales, las burguesías locales ante el riesgo de desaparecer (como la Burguesía paulista o el Grupo Productivo de la Argentina constituido en 1999) necesitaron impulsar los procesos neodesarrollistas de integración regional, ampliación del mercado interno, sustitución de importaciones y autonomía relativa.  Para ello establecieron alianzas con el campo popular y un amplio abanico de actores políticos, ideológicos y económico-sociales, a los cuales intentan limitar y conducir bajo su ala.

La “revolución bolivariana” constituyó, desde un principio, el ala nacional, popular,  latinoamericana y revolucionaria que rompió los límites impuestos por las burguesías neodesarrollistas a los procesos de transformación pos-neoliberales. Y ello irradió sobre toda la región y fortaleció a todos los movimientos populares, generando relaciones de fuerza para avanzar en mayores conquistas y cambiar el carácter de los procesos, dando un impulso popular fundamental a la integración de Nuestra América.

En esta situación histórica, Hugo Chávez irradió un conjunto de elementos estratégicos del nuevo paradigma transformador latinoamericano, que se complementan con los de otras patrias chicas.

En primer lugar el chavismo cristaliza una nueva síntesis histórica entre el nacionalismo popular bolivariano, el cristianismo popular y revolucionario, la izquierda nacional y latinoamericanista, los pueblos  originarios y los movimientos sociales de diversa índole. Ello articulado en una actualización teórica y doctrinaria particular denominada Socialismo del Siglo XXI. Esa particularidad Venezolana, pensada como latinoamericana, conmueve y actualiza el sustrato ideológico-cultural y político de toda la región, ya que brotan de un mismo proceso histórico.

En segundo lugar, Chávez es heredero y exponente principal de la geopolítica latinoamericana que parte de la base de que sin la masa de poder crítico conformada en el espacio sudamericano (mercado interno, población, recursos, accesibilidad, desarrollo industrial, etc.) no existe ningún proyecto de liberación real. Es decir, sin Estado continental Suramericano-Nuestro Americano, no hay posibilidad de Justicia Social, Independencia Económica y Soberanía Política. La fragmentación es un obstáculo infranqueable para ello. Por lo tanto, toda política debe ser concebida estratégicamente en dicha perspectiva para ser real y permanente: Banco del Sur, Fondo del Sur, Moneda del Sur, Tele Sur, Petro Sur (anillo energético), Consejo de Defensa del Sur, Industrias Estratégicas del Sur.

La línea de avance de esta estrategia es, ahora, el Atlántico: Brasil, Argentina, Venezuela, Cuba. Este núcleo es el que se desarrolla entre 1999-2003 (Chávez, Kirchner, Lula), con la convergencia entre el nacionalismo neodesarrollista regional y el nacionalismo popular latinoamericano, entre lo democrático y lo social, que adopta la forma de Mercosur y Alba, las dos plataformas para avanzar al sur del río Bravo, cristalizándose luego en la UNASUR y la CELAC (fortalecido por alianzas tácticas y estratégicas con otros bloques de poder mundial). Dicho esquema de poder, con el cual se enfrenta principalmente al Imperialismo Americano (con el plan ALCA) y al globalismo financiero anglosajón, es lo que guía el accionar de Chávez y constituye la brújula estratégica de los pueblos de la región, garantizando su avance.         

La concepción estratégica de la Integración Sur-Sur, permite consolidar e irradiar otra concepción para pensar la integración más allá del negocio o la lógica del capital concentrado. El acuerdo con el Astillero Río Santiago de Ensenada (Argentina) para construir los buques petroleros panamax es un ejemplo de ello. Lo que se evidencia es la concepción estratégica de integrarnos productivamente, aprovechar y complementar las fortalezas existentes en la región, incentivar a la industria estratégica naval vapuleada en las décadas neoliberales, y consolidar la relación con los obreros argentinos, fuerza real y sujeto –junto a otras fracciones trabajadores y del campo popular— de un proyecto socialmente transformador. Y estas políticas son las que permanentemente impulsó Hugo Chávez.

En tercer lugar, Chávez ubicó la puja democrático-electoral en el centro de la táctica política de la lucha popular. Su propio aprendizaje y autocrítica le permitieron entender la importancia central de la lucha político electoral para avanzar en las correlaciones de fuerza en el Estado, comenzando por el gobierno del Estado. Con ello, desde la práctica, dio cuenta de la táctica de avance bajo la nueva situación histórica en la cual la estrategia neoliberal del capitalismo financiero global convirtió a la democracia liberal en valor fundamental pero a condición de dejar sólo la cáscara y despojarla de todo contenido (incluso el de ciudadanía, sustituyéndolo por el de “gente”).

Volver a llenar de contenido la pugna electoral, consolidar el terreno electoral de las mayorías populares como lugar para dirimir las diferencias (deslegitimando toda maniobra de golpe)  y recuperar lo público estatal como herramienta popular para la justicia social inauguró el Cambio de Época, dotando de legitimidad y fortaleza los proyectos de transformación social. Entre 1998 y 2012 Chávez disputó 13 elecciones y ganó 12, aceptando la derrota por estrechísimo margen en 2007 en el referendo constitucional para profundizar las reformas socialistas.

Con ello, el Estado Venezolano como tal entró en crisis orgánica: atravesado por proyectos políticos estratégicos antagónicos, con la institucionalidad puesta en crisis ante el proceso popular instituyente, lo nuevo fue instituyéndose de acuerdo a las relaciones de fuerzas existentes, dando lugar a dos formas de estado en pugna. Chávez fue uno de los primeros en observar dicha dualidad (que atraviesa con particularidades a numerosos países de la región) y en comprender que la vieja maquinaria de Estado constituía un obstáculo, al expresar la cristalización de lo viejo, de las clases dominantes bajo el régimen neoliberal. Además de recomponer lo público estatal, lo nuevo fue avanzando con una nueva estructura de ministerios, misiones sociales y nuevas formas de estatalidad. Este es el cuarto punto central que irradia el chavismo, problematizando al conjunto de Nuestra América, ya que se trata de tareas comunes a resolver.

Desde la primera a la última elección de Chávez, en esos trece años transcurridos, la pobreza en Venezuela pasó del 48,7% al 31,6%, el desempleo de 14,5% al 6,5%, la mortalidad infantil del 20 por mil al 13 por mil, el PBI per cápita creció un 164% pasando de 4.100 dólares a 10.810 y exhibe uno de los menores índices de desigualdad de la región (estas cifras las publican los propios medios opositores). Si a ello le agregamos la cantidad de políticas y acuerdos que han beneficiado a tantas mujeres y hombres de la región, se comprende la tremenda base de sustentación popular y amor hacia su figura, asentado en una materialidad indiscutible.

Hugo Chávez no ha arado en el mar sino en el suelo fértil de la América del siglo XXI, promesa de nuevas formas de civilización. Dejó un enorme legado que se engrandecerá con el tiempo y en el transcurso de la historia, así como la enorme responsabilidad histórica  de profundizar el rumbo revolucionario en Nuestra América, atendiendo a las características particulares de cada patria chica.  El mejor homenaje que pueden hacer aquellos que lo reivindican, en todo o en parte, es estar a la altura de dicha responsabilidad, para construir la segunda y definitiva independencia de Nuestra América. 

COMUNICADO: La desestabilización de Venezuela es un golpe al corazón de la Patria Grande



A un año de la muerte del Comandante Hugo Chávez, reivindicamos su lucha y nuestra posición a favor de la lucha libertadora del pueblo bolivariano. 

Expresamos nuestro ferviente repudio al intento de desestabilización en Venezuela mediante un “Golpe suave”, que busca desatar una guerra civil en el corazón de la Patria Grande para someterla a los poderes imperiales y hacer retroceder a los trabajadores y sectores populares en sus conquistas, derechos y niveles de distribución de la riqueza alcanzados. 

Allá en 2009, Chávez denunciaba las maniobras ejercidas desde Estados Unidos, poniendo aviones de guerra en nombre de la supuesta “lucha contra el narcotráfico” en alianza con grupos armados en Colombia y explicaba: “Es parte de la estrategia global de dominación de Estados Unidos, es la razón por la que se están instalando bases en Colombia”. Cinco años más tarde lamentamos tener que ver nuevamente la injerencia de grupos armados, financiados por la Casa Blanca, para intervenir no sólo contra la democracia de nuestro país hermano, sino también con el proceso de liberación de su pueblo. 

Estados Unidos y el imperialismo global angloamericano, ha profundizado el intervencionismo sobre los bloque de poder emergentes para disciplinarlos, interviniendo en los distintos países con variable intensidad según su significación geopolítica global. 

En el caso de Venezuela hay una importancia estratégica por su lugar central en la construcción de un proyecto revolucionario que lucha por la Segunda Independencia en Latinoamérica, así como por ser el país con mayores reservas petroleras del planeta. 

Por supuesto, las oligarquías regionales siguen siendo históricas aliadas estratégicas de los proyectos imperialistas. Y con la llegada de Hugo Chávez Frías al gobierno, conspiraron activamente para derrocarlo, tal como sucedió en el golpe del 11 de abril del 2002 o en el “golpe petrolero” de diciembre de 2002 a marzo de 2003. 

Algunos sectores de las llamadas clases medias, ya sea por influencias oligárquicas, por aspiraciones de diferenciación social e incluso por falencias de los gobiernos populares de la región, son utilizadas como base de maniobra contra los intereses populares. 

Afortunadamente nuestros hermanos venezolanos se mantienen en pie, pero el escenario se sigue complejizando. A lo interno de Estados Unidos se debaten entre la intervención armada directa, fomentada desde el ala conservadora-republicana del Bloque Americano, o por lo que denominamos “Golpe suave”, que es el modus operandi del sector "demócrata", bajo intervención indirecta, operaciones de inteligencia, movilización de población civil y golpes de mercado del Bloque imperialista Global. 

Las intervenciones, desestabilizaciones y golpes de Estado no se evitan sólo con declaraciones por la paz. Es necesario advertir que hay que seguir profundizando la unidad latinoamericana en hechos para no retroceder. 

Si no constituimos en hechos la gran Nación Latinoamericana, no van a alcanzar las fuerzas para avanzar. Por ello, insistimos en la imperiosa necesidad de avanzar por el Banco del Sur, por la moneda Sur, por un cambio en la matriz productiva regional, por la construcción de las industrias estratégicas del Sur, etc. En pocas palabras: avanzar hacia la definitiva independencia económica y la Soberanía Política de la región, en unidad. 

Más allá de las diferencias políticas, la distintas patrias chicas con sus propios procesos y la heterogeneidad que existe en Nuestra América, Si no defendemos nuestra soberanía política cualquier representante del imperio angloamericano y sus aliados del proyecto financiero global van a aplastar con un dedo a nuestras ansias de Justicia Social. 

En el lamentable escenario de crisis y desestabilización, se hace más que evidente que la única herramienta capaz de sostener los proyectos y gobiernos populares en el tiempo es el pueblo unido, organizado y en permanente movilización en la lucha contra el imperialismo y las oligarquías aliadas a sus intereses, en defensa de los derechos conquistados y avanzando con un programa profundizador de los pueblos de nuestra América.